A finales del año pasado me encontraba en una rachita de mi vida en la que me sentía insegura. Dudaba de lo que estaba haciendo, de mi vida social, me preguntaba si le caía bien a la gente, si en realidad era divertida… Yo sé, parecen dudas que solamente te haces en la primaria, pero la verdad de las cosas es que creo en cualquier momento de la vida pueden suceder. Y en ese momento me estaba sucediendo a mí, dudaba de mi.

Me di cuenta que mucha de esta insatisfacción venía de las cuentas que estaba siguiendo en Instagram. Algunas de las cosas que veía me daba envidia. Sí, a pesar de que todos sabemos que lo que vemos en redes sociales es una versión editada de nuestras vidas, que es el mejor lado de las persona, aún así sentía estrés, insuficiencia y ansiedad. Decidí dejar de usar Instagram por un mes para ver qué pasaba. O más bien, para ver como me sentía.
No duré el mes entero. Pero, a pesar de esto, mi pequeño experimento me ayudó a confirmar que ese sentimiento negativo se estaba acentuando, o quizá generando, cuando veía ciertas cuentas en mi Instagram. Me sentí más tranquila conmigo misma, el haber identificado la causa me generó un sentimiento de paz. Continué con mi vida, ahora con una nueva perspectiva y con la tranquilidad que, si llegara a sentir ese sentimiento de nuevo, sabía perfectamente bien como remediarlo.
Pues hace poco regresó un poco el sentimiento de inseguridad. Sin embargo, ahora era diferente, esta vez sentía que no estaba logrando suficiente en mi vida profesional, en mis proyectos personales y no tanto en mi vida social. Me sentía insatisfecha y me encontraba comparándome con otras personas, específicamente con sus logros.
En esta ocasión pude identificar rápidamente la causa raíz: decidí eliminar algunas cuentas claves que en algún momento seguí por que aportaban algo positivo en mi vida, pero ahora estaban haciendo todo lo contrario. Fueron pocas las cuentas que dejé de seguir en esta ocasión, pero eso hizo toda la diferencia.
Con esta segunda ocasión me doy cuenta que es importante hacerle caso a ese sentimiento. En muchas ocasiones no aparece de la noche a la mañana, sino que poco a poco se asoma y debemos aprender a detectarlo rápido para que no logre invadirnos. Hoy me hago una promesa a mi misma: hacer limpia en mis redes sociales más seguido. Si la cuenta no aporta a mi vida, la quitaré. Quizá en otro momento de mi vida me será agradable y la seguiré de nuevo, pero debo reconocer y respetar si en este momento no es así.
No debemos sentir culpabilidad por dejar de seguir a alguien que conocemos o alguna cuenta en particular que creemos debemos seguir. Es importante recordar que estamos en nuestro teléfono más tiempo de lo que pensamos y lo que vemos es lo que muchas veces forma nuestros pensamientos y sentimientos.
Continuaré con mi regla que en alguna ocasión le platicaba a unas amigas, en Instagram procuro seguir únicamente cuentas que:
- Me inspiran a querer mejorar mi salud (cuentas de ejercicio o de cocina saludable)
- Me inspiran estéticamente (cuentas de diseño de interiores)
- Me alegran mi día (cuentas de amigas que comparten su vida y aventuras, es una manera de ver a sus hijos crecer cuando ellas están lejos)
- Me hacen reír (cuentas de comics o de pop culture)
Y tu, ¿sabes a quién sigues y por qué los sigues?
Me encantaría saber si también batallas con este sentimiento y las redes sociales, ¿qué soluciones has encontrado que te haya funcionado?
Pura cosa bonita!!! 😍😍😍
LikeLiked by 1 person