Siempre he disfrutado muchísimo ver series. Desde antes que existiera NETFLIX, era de las que felizmente pasaba un fin de semana en casa viendo alguna serie. En esa época rentabas toda la temporada en DVDs y tenías que regresarla en cuestión de días, entonces había que dedicarle su tiempo.
Se nos olvida pero, antes ese fenómeno de todos estar viendo la misma serie no era lo común, no todos teníamos acceso a los mismos canales en el mismo momento. Tampoco teníamos redes sociales dónde compartíamos lo que estábamos viendo, nuestras impresiones, opiniones, o hasta memes.
Ahora con NETFLIX y tantas posibilidades de “streaming“, una gran parte de la población tiene acceso a las mismas series a la vez. Y esto nos une de una manera distinta, genera un sentido de comunidad único.
Recuerdo cuando comenzó Game of Thrones, yo estaba estudiando un maestría y esta consumía todo mi tiempo. No pude comenzar a verla con el resto del mundo. Solamente escuchaba que era excelente, que “todos” estaban emocionados por la historia y lo que vendría…

Intenté ponerme al corriente cuando apenas iban dos temporadas pero desistí para el cuarto episodio. No lograba entender quién era quién, estaba perdida y me sentía frustrada. Platiqué con amigos sobre el tema y me decían “No te preocupes. Pronto le vas a entender, síguela viendo…“
Después de pensarlo un tiempo, decidí darle una segunda oportunidad. De nuevo, la dejé de inmediato.
El furor por Game of Thrones continuaba con los años. Cada vez que comenzaba una temporada nueva, empezaban los memes y notas sobre la serie. Saturaban las redes sociales. Y a mi, cada temporada me entraba la duda “¿La debería estar viendo también? ¿Me arrepentiré de no haberla visto? ¿Qué no me gustaría ser parte de toda esta emoción?”
Llegó el inicio de la última temporada y por tercera vez dije “Game of Thrones: ahora sí, aquí te voy.”. Empecé desde el primer episodio y avancé hasta la cuarta temporada. Pero, algo no estaba bien. No la estaba disfrutando.
Me di cuenta que me costaba trabajo iniciar el siguiente capítulo, se me hacían largos y poco interesantes solo algunos personajes lograron capturarme. Me cachaba en ocasiones viendo el reloj para ver cuanto tiempo le quedaba al capítulo con ansias por terminarlo.
Llegó un momento en el que pensé “Existen tantas otras series que sí son de mi estilo, qué sí disfruto, que quisiera ver… ¿y le estoy invirtiendo 63 horas de mi vida a algo que no estoy disfrutando?” Me dije a mi misma, “No pasa nada: Lo que le da felicidad a otros, no necesariamente me tiene que hacer feliz a mi.“
Y así, la dejé. Sentí un peso menos. Ya no tenía el pendiente de “tener” que ver otro episodio para poder terminarla y ser parte del club de fans.
Me di cuenta que la estaba viendo por todas las razones equivocadas: quería que me gustara lo que le estaba gustando a “todo mundo”, quería ser parte de la conversación, no la estaba viendo simplemente porque la disfrutaba. Solo quería ser parte del “club”.
Ahora cuando sale el tema de Game of Thrones o la gente me pregunta mi opinión sobre la serie, les contestó, “La verdad es que no la terminé de ver”. Y para mi sorpresa, siempre hay una o dos personas más escuchando que me contestan “Yo tampoco!”
Entonces me doy cuenta: en ocasiones forzamos las cosas para pertenecer porque sentimos, igual que sentíamos de adolescentes, que “todo mundo” lo está haciendo, “todo mundo” lo está comprando, “todos” lo están viendo. Pero si en realidad platicamos y entablamos conversaciones sobre el tema, sin temor a que nos vean como “los raros”, nos podemos dar cuenta que este no es el caso.
Cada quien tiene su gusto, sus prioridades. Eso que “todos” estamos en lo mismo no es verdad y nunca lo será. No tengas miedo de hacer lo que te gusta, de ir a tu ritmo y vivir a tu estilo. Nunca estarás solo.